Sin dudas la pandemia propulsó la digitalización en una escala nunca antes vista.
Desde la señora de 80 que empezó a pagar por home banking, al dueño de la gráfica que fue quedando sin propósito a medida que los flyers digitales desplazaron las tarjetas personales impresas. ¿Por qué entonces, no iba a modificar también la lógica del consultorio clínico? Al principio, fue un mal necesario. O era así, o cientos de pacientes se quedaban sin ese valioso espacio de reflexión personal, de contención y de descarga.
Hoy fue mucho más allá, los pacientes no suspenden la terapia cuando se van de vacaciones. Hoy atiendo a gente que nunca vi en persona y vive a más de 5 mil kilómetros de distancia.
¿Es lo mismo la consulta en el consultorio físico que en el virtual? Claramente no, mentiría si dijera que sí. Pero, ¿en qué cambia? ¿Cuáles son los pros y contras de esta nueva modalidad de trabajo para los psicólogos?
Lo certero es que el vínculo terapéutico sí se establece y eso es invariable a la presencialidad. Se instaura un encuadre diferente, pero con las mismas normas que se fijan en el consultorio físico. Hoy podemos afirmar sin dudas, que la elección acerca de la interacción cara a cara o a través de una pantalla, depende de la disponibilidad y elección del paciente, mientras que todo lo que atañe a la consulta se mantiene inalterable persiguiendo los mismos propósitos más allá de hacerlo de forma física o virtual. La digitalización de la comunicación entonces, termina siendo un recurso más, recurso altamente valioso, para acompañar y contener a los pacientes en la búsqueda y desarrollo de una vida más plena.
Podés conocer más del consultorio virtual y sus ventajas pidiendo una primera consulta aquí.
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